El Gobierno debería implementar sistemas que permitan un mayor control para impedir que el vicio del alcoholismo, antesala del tabaquismo y propensión a las drogas y la prostitución, proliferen, señala el Decano de la Prensa Nacional.
(ANF).- El alcohol, y sus diversos derivados, es considerado en todo el mundo como la droga más peligrosa, tanto por sus efectos sobre la salud de las personas como por ser un factor criminal que cobra millones de vidas cada año y atenta contra los valores del ser humano. Políticas que han determinado prohibiciones para la venta de bebidas alcohólicas han fracasado luego de corta vigencia porque más pudieron el hedonismo, la delincuencia y las costumbres que han implantado razones y sinrazones para ingerir bebidas que, se sabe, son contrarias a la salud y vida de las personas, señala el editorial de El Diario.
Indica que en los países subdesarrollados como Bolivia la ingestión de bebidas alcohólicas es costumbre inveterada de los pueblos porque se considera que “no hay festejo o fiesta sin bebidas alcohólicas que despiertan sentimientos de alegría”. “Lo grave es que su ingestión provoca exigencias que obligan a beber más y, en casos, hasta terminar en vicios que provocan la adopción de otros productos como son las drogas. Lo más grave es que el alcohol hace que las personas pierdan el sentido de la realidad y con ello de la conciencia y actúen los instintos que, en casos, llegan a los peores extremos de criminalidad y violación de toda ley o norma moral”.
La ingestión de bebidas alcohólicas por parte de niños es un crimen que, lamentablemente, permiten autoridades encargadas de cuidar a menores de edad, que deben clausurar establecimientos donde se expende el letal veneno y que, además, son centros para la diseminación de muchos vicios que causan miles de víctimas por año. La pobreza es aliada perfecta y permanente del alcoholismo, es la muletilla que determina caídas permanentes en las garras del vicio y cuya recuperación es onerosa y requiere de mucho tiempo.
“Prefecturas -hoy gobernaciones-, alcaldías y autoridades de todo rango, son encargadas de controlar la fabricación, importación, comercialización e ingestión de bebidas alcohólicas; pero es terreno fértil para que la corrupción permita los excesos que se comprueban en todas las ciudades donde abundan locales autorizados no sólo para su venta sino libre uso y abuso. El Gobierno, cumpliendo sanas políticas de cuidar la salud y vida de la población, debería implementar sistemas que permitan un mayor control para impedir que el vicio del alcoholismo, antesala del tabaquismo y propensión a las drogas y la prostitución, proliferen”, indica El Diario.
