El pasado domingo 7 de febrero, el vicepresidente concedió una entrevista a un medio oficialista con el afán de argumentar su concepción del llamado Socialismo Comunitario. Al medio de dos periodistas totalmente carentes de ideas políticas, desarrolló las siguientes ideas centrales:
Sostuvo que la aprobación de la nueva Constitución Política significa la refundación estructural de un nuevo país, marcando así el inicio de un largo camino de construcción del “Socialismo Comunitario”. -Ojo, ya no habla del capitalismo andino amazónico, está acostumbrado a cambiar de posición cómodamente como un vulgar saltimbanqui-. Este proceso, para el teórico de marras, consiste en crear nuevas instituciones, generar riqueza y distribuirla equitativamente, siendo un puente que se debe construir de manera pacífica, y al final del camino está el objetivo añorado, el socialismo comunitario. Es necesario, dice “construir el socialismo… porque el capitalismo es una sociedad con demasiadas desigualdades e injusticias, divide a la sociedad en clases, y se aprovecha del trabajo ajeno de los obreros”.
Para García Linera obrero “no sólo es el que viste overol, sino todo aquel que vive de su trabajo (clases medias, campesinos, intelectuales, etc.). Considera una virtud la supervivencia de practicas comunitarias en el país, “Algunos ven como un estorbo -dice- la existencia de practicas comunitarias, más bien es una virtud”, porque serán “palanca del porvenir”, señala que “la constitución sienta las bases para el socialismo comunitario, pero que se construirá a largo plazo; mientras tanto coexistirá con estructuras capitalistas hasta desgastarlas completamente y así pasar al socialismo”.
Es desbordante la ingenuidad subjetiva en nuestro “teórico”. Es una falacia el pensar que pueden coexistir pacíficamente formas de propiedad y de producción totalmente contrapuestos, ignora que las formas de propiedad comunitaria son la negación de la propiedad privada capitalista. La contradicción de la propiedad social con la propiedad privada que se da en la base económica de la sociedad se expresa en el plano superestructural como lucha de clases entre proletarios y burgueses.
En el capitalismo no definen la naturaleza del país las formas precapitalistas de la propiedad sino la gran propiedad privada de los medios de producción, por ella Bolivia está vinculada a la economía mundial, realidad que determina su condición de semicolonia explotada, “colonizada” como gustan caracterizar los teóricos pos-modernistas.
Por otra parte, esa teoría del tránsito pacífico del capitalismo al socialismo que en Bolivia han venido en llamar “revolución democrático-cultural” es una vieja concepción reaccionaria sustentada por el reformismo socialdemócrata que en el viejo mundo se ha convertido en proxeneta del imperialismo porque se ha dado a la tarea de contener las luchas del proletariado contra el capital.
El “teórico” de marras tiene que comprender que las formas de propiedad comunitarias pueden convertirse en la “palanca del porvenir” cuando se liquide por la vía de la revolución violenta su negación dialéctica: la gran propiedad privada de los medios de producción. Probablemente, la futura dictadura del proletariado, planteará la colectivización de la tierra a partir de la supervivencia de las formas de propiedad comunal.
Es muy difícil distinguir en el pensamiento de García Linera qué es incomprensión y qué es impostura, probablemente éste último extremo sea lo dominante. Lo imperdonable es que pretenda seguir mostrándose como marxista cuando la estructura de su pensamiento es reaccionaria. Utiliza las categorías del marxismo para deformarlas y caricaturizarlas de la manera más impúdica, por ejemplo, eso de señalar que la simple aprobación de la nueva constitución política -que es un fenómeno superestructural- ya es un gran cambio estructural de un “nuevo país”.
Inti Cutipa