El cantón Italaque se encuentra en el municipio
paceño de Mocomoco. En todo el paraje que circunda este territorio se
observa altos e inmensos cerros verdosos llenos de andenes agrícolas de
cultivo. Se trata de terrazas agrícolas artificiales que sirven para
obtener tierra útil para la siembra en las laderas andinas.
La estructura de los andenes está constituida por un muro de piedra que encajona una superficie de capas, sostenida en la base con piedras grandes, cubiertas por otras más pequeñas que sirven de detraje; en la parte superior existe una capa de gravilla y arena a manera de filtro. Todas estas capas son recubiertas por la tierra de cultivo. Los diversos niveles están comunicados por canales que transportan agua para el regadío desde el primer andén hasta el último. El trabajo de siembra se realiza con: chaki-taclla o taclla, típico “arado” de pie indígena, que es una herramienta para remover la tierra y abrir huecos donde se siembran las semillas.
La estructura de los andenes está constituida por un muro de piedra que encajona una superficie de capas, sostenida en la base con piedras grandes, cubiertas por otras más pequeñas que sirven de detraje; en la parte superior existe una capa de gravilla y arena a manera de filtro. Todas estas capas son recubiertas por la tierra de cultivo. Los diversos niveles están comunicados por canales que transportan agua para el regadío desde el primer andén hasta el último. El trabajo de siembra se realiza con: chaki-taclla o taclla, típico “arado” de pie indígena, que es una herramienta para remover la tierra y abrir huecos donde se siembran las semillas.
Muchos autores mencionan que
esta tecnología fue desarrollada por la cultura kallawaya, de la cual
Italaque fue parte en tiempos prehispánicos. Este método fue utilizado
en el periódico incaico para aumentar las áreas de cultivo, frenar la
erosión, retener el riego y crear condiciones aptas de humedad; así como
también para la construcción de centros ceremoniales como en Machu
Picchu.
Con la llegada de los españoles, el uso de
los andenes se mantuvo por su alta productividad. Algunos estudios
estiman que 6.500 km2 de suelo boliviano han sido adaptados con andenes
agrícolas.
En la región de Italaque existen dos tipos
de andenes: los que funcionan con la lluvia y los de regadío. Los
primeros reciben el agua de las precipitaciones pluviales y solo dan
frutos en épocas determinadas; los segundos están instalados
generalmente en lugares cerca de ríos y con mayor acceso.
La papa y el maíz eran los principales cultivos en los andenes, las
culturas kallawaya e italaqueña utilizaban esta técnica para producir
también plantas medicinales, como la chillk’a y la muña que, por su
fuerte olor, alejan las especies de insectos dañinos. Además, protegen
las ramas de los vientos, retienen la capa productiva de la tierra, el
agua, atraen pájaros que abonan la tierra y armonizan el paisaje de la
zona.
Ahora bien, científicos, sabios indígenas,
instituciones y activistas plantean la recuperación de los andenes como
sabiduría agrícola milenaria, por ser un método económicamente rentable,
ecológicamente estable y agronómicamente viable; virtudes que
contribuyen a mitigar las consecuencias del calentamiento global,
constituyéndose además en una excelente alternativa para la
consolidación de nuestra soberanía alimentaria.